El profesor Wilhelm Sauer, uno de los maestros más cultos y laboriosos de la Alemania, no se propone como objetivo único construir un edificio conceptual impecablemente estructurado desde el punto de vista lógico, pero falto de calor vital: como en todo sistema científico, el punto de partida del sistema de Sauer ya no es teorético, sino práctico, y su para qué no es ya puramente intelectual, sino humano; pero este sentido «meta-científico» y vital del punto de partida y del para qué está mucho más acentuado en Sauer que en otros autores; por eso este Tratado, dominado por la preocupación sistemática, busca, sin embargo, ante todo, interesar al lector en las últimas cuestiones relativas al mundo y a la vida, situadas fuera de las lindes metódicas de la especialidad que cultiva —y de toda especialidad científica.
Sistema juridico y dogmatica juridica
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En el momento actual tiene lugar un vivo debate acerca de la posibilidad de dar mayor consideración a la sociología en la jurisprudencia. Los frentes, las premisas de los argumentos y las bases para la evaluación de posibilidades son a menudo poco claros, a menos que se tome una definición política de la situación como una aclaración. Frente a tales debates es una máxima conocida y válida buscar el punto en que coincidan las partes enfrentadas, y luego afirmar lo contrario. Esto es lo que se hará aquí.
Sospecho que el punto de unión está en la concepción de que las decisiones jurídicas habrían de orientarse hacia sus efectos: algo obvio para los intérpretes, un punto de referencia para el enjuiciamiento de las construcciones jurídicas o de figuras dogmáticas, y para el derecho comparado, y una brecha abierta para las ciencias sociales. Si se acepta este punto de partida, la única cuestión pendiente es la de cómo es posible limitar el sector de las consecuencias relevantes. Como las consecuencias futuras de decisiones son interdependientes en alto grado, tanto más cuanto que las consecuencias hipotéticas de las alternativas se han de incluir en la decisión jurídica, la orientación a las consecuencias nos lleva forzosamente a desdibujar las diferenciaciones actuales, sea en el aspecto profesional, sea en el organizativo. Si se acepta sin más este principio nos será muy difícil trazar unas fronteras claras y con sentido. Lo único que se podrá hacer aún será argumentar desde puntos de vista, pero quedará abierta la cuestión de si, y en qué contexto, se ha elegido bien el punto de partida.